sábado, junio 02, 2007

El ayuntamiento también hace Mobbing (I)


En la segunda mitad del siglo XIX, la familia Canmaló había conseguido poner en marcha un negocio de fabricación de vitrales de cristal. Tras buscar un solar para construir un nuevo edificio, decidió comprar unas viejas casas, que estaban en ruina, de la calle Subteniente Navarro y edificar un edificio de planta baja, cuatro pisos y un ático. La planta baja fue destinada a almacén de su negocio, la planta principal para vivienda de la familia. El resto de las viviendas, a la obtención de rentas y el ático como vivienda del portero. Todavía hoy las puertas de los pisos principales conservan vitrales fabricados por esta familia. Pocos resto quedaban entonces ya de la muralla medieval. La hacinada ciudad de Barcelona tiraba sus murallas, buscando estirarse extramuros. El urbanista Cerdá había ganado un concurso con su proyecto para el Ensanche, con un concepto de planeamiento similar al de Nueva York.

Como en la mayoría de los edificios de esta época, el agua llegaba a la azotea, a un tanque general, y luego de éste pasaba a unos tanques individuales. Por su propio peso, el agua llegaba a cada una de las viviendas (merece la pena ver el museo del agua de Agbar, de Cornellá, que explica la evolución del suministro en la ciudad). Tener agua corriente en las viviendas era entonces un lujo. Sin embargo, el concepto de higiene era diferente, y no había baños tal y como los conocemos hoy. Sólo un retrete fuera de cada uno de los pisos, en una galería que da al patio interior. Más tarde, se construyeron unas duchas dentro de las cocinas.

En 1940 las autoridades municipales, nombradas por Franco, decidieron afectar gran parte de las viviendas situadas en la zona de la antigua muralla, con vistas a derribarlas, construir zonas verdes e ir reconstruyendo la muralla medieval. Al nuevo régimen le interesaba exaltar los símbolos de la arquitectura de la España imperial. Pocos edificios fueron sin embargo expropiados (el número 12, el número 16…). En el Plan General Metropolitano de 1976 se mantuvo la afectación de zona verde. Recuperada la parte de la muralla que va desde la calle Ferran hasta Baixada del Caçador, ya se tenía un ejemplo importante de esta construcción y la idea fue perdiendo fuerza, ante la imposibilidad de costear la recuperación total de la zona. También es cierto que la idea de destrozar la ciudad moderna para recuperar la totalidad de la antigua no dejaba de ser una idea peregrina, y la Barcelona de la era democrática tenía otros problemas más importantes.

Esta situación de inseguridad jurídica y la fragmentación de una herencia hasta múltiples cuotas indivisas hizo que el edificio quedara abandonado. Hace 5 años los propietarios del edificio situado en la calle Subteniente Navarro,14, cansados de esperar una decisión del Ayuntamiento, se plantearon la necesidad de mantener el edificio con unas condiciones mínimas de dignidad. Comprobada la desidia del Ayuntamiento, que después de 60 años de afectación aún no ha sido capaz de expropiar ni de cambiar la calificación de la zona, decidieron llevar a cabo una serie de obras para mejorar la habitabilidad de las viviendas y en general de la finca.

Sin embargo, Helio Lozano i Fernández de Pineda, ingeniero técnico, director de los servicios técnicos de Ciutat Vella, manifiesta que “…no se puede tocar ni una taza de water...”. Se inicia así el acoso a un edificio por parte del responsable de urbanismo, que iré relatando como ejemplo de decisión injusta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No entiendo porqué no se puede tener un baño decente.

Anónimo dijo...

Pero no hay un derecho constitucional a una vivienda digna...?

Anónimo dijo...

Estos romanos se han vuelto locos.